21 septiembre 2006

Según se mire

Tras el accidente ocurrido en el Metro de Valencia, el día 3 de Julio de 2006, nuestros dos periódicos independientes dieron su particular visión de los motivos del accidente. Sin querer señalar mucho ...

Ante la magnitud del accidente cabe preguntarse por qué, y cómo se podría haber evitado. Desde cada uno de estos diarios no dudan en echarle la culpa al otro partido.




(Sacado de El Jueves, número 1521, "Recortes de la prensa seria")

Las dos noticias deben ser ciertas :

  • En 2003 un maquinista denunció el estado de la línea 1. El País quiere que pienses que el PP no hace caso a las denuncias de los usuarios ni trabajadores, y que deben asumir su culpa.
  • El trazado de la línea resultó en una curva peligrosa. El Mundo quiere que pienses que el PSOE actuó de forma temeraria y que ahora no tiene derecho a quejarse.


Esto es decir la verdad que interesa. ¿Y tú? ¿Ya ves que por leer siempre el mismo periódico te manipulan como quieren?

Sea de quien sea la culpa, la verdad es que da lo mismo, porque estas cosas ahora se votan. Se pensaba que las decisiones políticas y leyes se votaban, y que el esclarecimiento de los hechos los hacía un juez rigurosamente. Pero ahora se decide imparcialmente en grupo.

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18 septiembre 2006

Rigor periodístico

Hoy en las noticias del mediodía en Antena 3, se afirmaba que la pasarela Cibeles no permitirá desfilar a modelos con un índice de masa corporal inferior al 18 %. Con porcentaje incluido.

Del cálculo del IMC :






donde m es la masa en kg, y t la altura en metros


no sale ningún porcentaje, si acaso las unidades serían kg/m² (kilogramos / metros al cuadrado, no sé si sale el exponente), y de hecho se toma sólo el valor numérico.

¿Puede una persona pesar el 18% de lo que pesa? ¿Los 56 kg. de una modelo, no son el 100% de toda ella? ¿Puede vivir una persona pesando el 18% de lo que debería? ¿Significa que le falta un 18% para llegar al peso ideal, y que las personas con ICM 34 son incluso más delgadas?

Fallos como este los cometen a menudo cuando hablan de metros, áreas, hectáreas, metros cuadrados,etc. Lo que más les gusta es confundir años-luz con tiempo en lugar de distancia.

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15 septiembre 2006

La democracia en España

A veces se dice de España que es la piel de toro, por la forma de la península Ibérica. En el caso de política y salud democrática, hablamos de pies y no de piel.

España es un par de pies que sigue un camino u otro, en función de los calcetines que lleve puestos. En España sólo se llevan dos tipos de calcetines: los del PP, o los del PSOE. Desde las primeras elecciones democráticas de 1977, no se puede decir que estos calcetines se hayan lavado o renovado muchas veces. Los calcetines UCD se llevaban los primeros años de democracia, pero sus materiales y métodos de fabricación recibieron duras críticas por parte de la moderna oposición.

Los calcetines de España, por higiene, se revisan cada 4 años para comprobar su hedor y consistencia. Si los ciudadanos estiman que un par de calcetines rojo o azul apesta de forma insalubre, tienen la libertad de cambiar -mediante el voto- al otro par sucio. Este sistema asegura la buena ventilación en los cargos públicos y la satisfacción generalizada de saber que se están haciendo las cosas bien. A día de hoy, y tras casi 30 años de democracia, no hay calcetín que huela a Mimosín.

Los calcetines PP o PSOE tienen un código de color para determinar en qué pie deben llevarse. Los calcetines azules acoplan mejor en el pie derecho, y los calcetines rojos descoloridos van bien para el pie izquierdo. Todo esto es bastante teórico y en la práctica el calcetín entra como sea en los dos pies, de forma que siempre hay un pie satisfecho, y el otro crispado.

Entre cada una de las revisiones (de las que se realizan cada 4 años), hay muchos días en que se examinan los calcetines en el tendedero o Parlamento. Cada partido lleva al hemiciclo sus detallados informes sobre olor y agujeros. Cada agujero en un calcetín es duramente criticado por la oposición, y viceversa. Cuando un dedo sobresale con vergüenza y tercermundismo, el partido se afana a pintarlo (cabe decir que con mucho orgullo) del mismo color del calcetín, como solución definitiva. Es más fácil pintar un dedo de rojo que de azul, que parece un hematoma. Es por esto que a los dedos azules se les dice que están rancios y pasados, y de los dedos rojos se dice que están abandonados porque ni se molestan en pintarlos.

Si los pies de España pisan una caca (meten la pata o hacen una cagada, con perdón) puede que el país resbale y casi caiga. La oposición no se interesa por si el tobillo se ha torcido, sino que busca rápidamente el calcetín y exhibe los restos de caca.

Cuando llega el día de la revisión, los ciudadanos emiten su voto y entre ellos podemos distinguir varios grupos. Los hay que creen que, con sus caletines, los pies huelen bien, y todo lo contrario con el otro par de calcetines. Se distingue otra masa de patriotas constitucionales que sólo tienen en cuenta las sudoraciones más recientes y el impacto en el tejido, de forma que cambian de calcetines como de chaqueta (o como de calcetines ...). Los más jóvenes elegirán los calcetines con tubo (esto es argot de mercería) más brillante y adornado, sin reparar en la calidad del tejido; o en un alarde de criterio se elige el par de calcetines que tenga buena reputación entre sus amigos o familiares.

En la práctica, como se puede ver repasando la historia de España de los últimos 20 años, sólo están de moda estos dos tipos de calcetines. Yendo muchos más años atrás, esto en el siglo XIX se conocía como sistema canovista, y requería un proceso de tergiversación para colocar un color u otro. Pero estamos en democracia, y se llama democracia. Supone un gran ahorro en logística de pucherazo, porque nosotros ya nos encargamos de colocar a unos (o a los otros) para que cobren lo que quieran.

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